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¿Negligencia o permisión?


¿Qué está permitido y qué no lo está?, ¿hasta donde estamos dispuestos a aceptar por un pago mensual que nos permita solventar a nuestra familia?, ¿quién tiene la culpa?

Fuente: Andina

Hace poco más de una semana, la ciudad de Lima fue testigo de un incendio que, por su magnitud, no sólo ennegreció nuestro acostumbrado cielo gris sino que a su vez nos llevó al proceso de reflexión sobre las condiciones laborales y de respeto a la vida humana que nosotros mismos, como empresarios y compradores, estamos cumpliendo.


La Galería Nicolini que, en sus buenos años albergó a la empresa del mismo nombre productora de fideos, fue el escenario dantesco de un incendio de magnitudes impresionantes gracias a los productos que en su interior se comercializaban. Pasadizos tugurizados de mercaderías altamente flamables, comercializadores informales y desordenados por doquier y compradores que, sin respeto alguno a su propia seguridad, transitaban en el momento permitieron que las llamas y el calor produjeran un caos generalizado en su interior. Pero, ¿de quién es la culpa?


No es la intención juzgar ni castigar a las funcionarios públicos que, luego de una 'cariñosa' comisión, permiten la existencia de este tipo de negocios que no cumplen con las normas necesarias e indispensables para poder albergar a tan alto volumen de personas. Aquí, lo que se busca hacer es un 'mea culpa' de lo que nosotros mismos, como comerciantes y compradores, hemos venido permitiendo.


Inútil sería justificar la existencia de estos negocios bajo el pretexto de precios accesibles o variedad de productos pues, a toda vista, la informalidad siempre permitirá que estas condiciones se sigan dando. Sin embargo, somos nosotros los que, a pesar de saber que nos exponemos a este tipo de peligros y más, acudimos día a día a galerías como estas estimulando a su proliferación y crecimiento.


Por otro lado, la existencia de empresas 'ilegales' que por más licencias que posean exponen a condiciones de trabajo inhumanas a sus colaboradores ha generado un nuevo llamado de atención de parte de la opinión pública. ¿Estamos dispuestos a trabajar de esta forma solo por unas monedas? Probablemente usted esté pensando en este momento 'que más pueden hacer si no hay trabajo', y entonces estaríamos justificando la existencia de empresarios abusivos que no piensan en la seguridad ni comodidad de sus trabajadores. ¿De qué nos sirvió la famosa marcha del 1 de mayo si ni nosotros mismos exigimos que nos respeten?


Este doloso acontecimiento debe de llevarnos a la reflexión, a la autocrítica, a la evaluación ética. Y es que aquí donde sólo caben dos posturas: somos culpables por justificar la existencia de estos negocios informales o somos los culpables por permitir que se sigan irrespetando nuestros derechos... usted elije.

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