¿Y si no marchamos por la muerte del mosquito?
Que si la marcha porque la libertad de Pepito o la marcha por la opinión de Juanito, Lima se ha vuelto la ciudad de las marchas y estas se ramifican a las ciudades económicamente más importantes del país; ¿será que podemos dejar de marchar por todo?
Todos los días nos quejamos de que la economía del país está decayendo, que la plata no nos alcanza para nada y culpamos al gobierno, sea cual sea el que se encuentre de turno, de todo ello; sin embargo, existen eventos que demuestran que somos los propios ciudadanos los que nos disparamos a los pies impidiendo que la productividad de nuestras empresas y/o negocios crezca llevando a estos a ver cada vez más atractiva a la informalidad dejando de pagar impuestos que tanto se necesitan en nuestro país.
Este fin de semana hemos sido víctimas, sí, víctimas, una vez más de la incursión absolutista de una parte de la población que considera que es más importante oír su indignación ante posturas opuestas a la suya que permitir que los negocios y empresas de las calles y vías cerradas sigan su actividad con normalidad. Ante la intolerancia y el absurdo de muchos, algunos otros hemos optado por encerrarnos en nuestras casas y no ver tan siquiera las noticias para no tomar opinión ante una u otra postura; sin embargo hay algunos que no pueden escapar a estos seudo derechos a la libre expresión viendo violentado su derecho al tránsito.
Hagamos numeritos simples, imagínese usted al papá de Marito y Juanita que cumple un horario de trabajo los días sábados hasta las 13 hrs, cuando salga entusiasmado de su centro de trabajo con la ilusión de llegar a casa para disfrutar la tarde con su familia se verá impedido de seguir su camino con una marcha. Si opta por tomar una ruta alterna para llegar a casa será víctima de los sobrecostos que esto significa además de la viveza de uno que otro transportista que le cobrará una tarifa como si fuese este un día festivo o peor aún como si fuese premium cuando en realidad irá apretado a muchos varios más pasajeros que hacen esta ruta. Si tenía pensado llegar y salir con la familia al parque aunque sea a tomarse una chicha morada ya no lo podrá hacer porque llegará tarde y adolorido por el viaje.
Pero, sigamos con los numeritos, ahora pensemos en Julio y Sofía que con mucho esfuerzo han puesto su sanguchería en una de estas avenidas transitadas, predilectas para todas las marchas, cumpliendo con todos los formalismos exigidos por el estado y que, al no poder llegar a abrir su sanguchería tendrán que dejar de trabajar este fin de semana perdiendo una cantidad importante de dinero pues, como todos saben, en fin de semana se vende más.
Vamos, pero no nos quedemos ahí, que pasó con Lucho que pretendía llegar a recoger a su novia para ir al cine a ver el estreno de la semana y que por estar detenido por horas en el tráfico caótico recalentó el motor de su auto y ahora tendrá que pagar el servicio mecánico para tener operativo su autito que para variar es su herramienta de trabajo de lunes a viernes.
Finalmente, pensemos, en los kilos de basura que se generará durante esa marcha pues, como suele suceder con el ciudadano limeño, al no encontrar tachos de basura en su camino tirará todo al suelo obligando a los municipios a pagar sobre tiempos a los servidores de limpieza pública que, a pesar de que le piden muy cortesmente eche sus desperdicios en el tacho, tendrán que obligarse a trabajar más tiempo de lo normal sin opción a reclamo.
Entonces, ¿será que podemos dejar de marchar por todo?